miércoles, 10 de abril de 2013

Los Remedios (45 Km) una experiencia inolvidable.



Hace tiempo que quería ir, pero por circunstancias nunca se daba el momento, ayer sí. Había oído hablar de gentes que hacían el camino descalzo o de rodillas por algo que habían prometido y eso aumentaba mi curiosidad; aunque siempre eran personas mayores. Cuando llegué a la plaza, a pesar del madrugón vi a mucha gente joven de 15, 16, 20, 25 años y eso llamó mi atención, ¡eso sí, todos muy bien preparados! Aunque algunos no eligieron bien el calzado para el agua que nos íbamos a encontrar.
Allí estaba también D. Manuel para darnos su bendición, ¡que falta nos iba a hacer!, también Juan Moreno con su sonrisa de lado a lado y su carro, ¡esto prometía!
A las seis en punto salimos 174 personas de Salvaleón y otros pueblos vecinos, íbamos con linternas y frio en las manos, en Sierra Brava los primeros problemas, nos atascábamos y el carro salió a empujones y algún milagro. Hasta Valuengo 29 Km, un buen descanso, una cervecita  y al no poder atravesar la rivera por el agua que llevaba tuvimos que hacer unos km de carretera y ahí empezó nuestro calvario, los pies nos dolían y los músculos se quejaban, la carretera hacia estragos, ya había gente dolorida y otros iban cojeando, íbamos más juntitos y más callados, empezamos a subir en fila india y ya dudábamos de nuestras fuerzas hasta llegar a la “Huerta”, un bocadillo y un buen descanso a partir de ahí ya se veía la Ermita pero el cansancio y el dolor en el cuerpo ya aparecía en los rostros.
Yo me preguntaba ¿Qué mueve a estas gentes y a tantas que durante tantos años han soportado el dolor y el cansancio para llegar a la Ermita? A la llegada encontraría la respuesta sin saberlo, a 500 metros se sacó la pancarta “Peregrinos de Salvaleón” llevada por dos personas que iban descalzas hasta llegar a la Ermita, cuando oí los aplausos de los porrineros que esperaban a sus familiares y nos hacían un pasillo aplaudiendo me emocioné  y al ver las lagrimas en sus ojos de niños y mayores al subir las escaleras para llegar a la virgen y ver casi toda la gente subiendo las escaleras de rodillas y llorando me derrumbé, y encontré la respuesta a mi pregunta, era la fe lo que movía a todas esas personas a soportar el dolor y el cansancio, seguro que todos teníamos algún familiar por el que pedir por enfermedad u otros problemas “espero que a todos se nos cumplan los deseos”.
Gracias a Juan Moreno, Flores y Tomás por su entrega y a mis compañeros de camino Emilin, José, Tomás Nogales, Julián, Antonio, Juan Flores, Raúl, Manuel, Mateo, Mari Tere, Fernando y Manolo por su compañía y su conversación y a todos los demás que hicisteis el camino.
Una cosa no me gustó, esa gente que se empeña en correr y fuerzan a los demás a andar más deprisa, espero que recapaciten y el próximo año se integren en el grupo; que para correr tienen todo el año. ¡Volveré!
Manuel Espinosa

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